La única salida de Guantánamo es en
ataúd
Andy Worthington 23 de
mayo de 2011
Traducido del inglés por El Mundo No Puede Esperar 25 de junio de
2011
A pesar de alcanzar su cargo prometiendo cerrar Guantánamo, el presidente
Obama ahora dirige una prisión que puede quedarse abierta para siempre, y de la
cual la única salida es en un ataúd.
El último prisionero que salió vivo de Guantánamo fue Farhi Saeed bin
Mohammed, un algeriano que fue repatriado en contra de su
voluntad en enero. Desde entonces, un prisionero afgano, Awal Gul, murió
en febrero después de hacer ejercicios físicos, y el miércoles el ejército
de EEUU anunció que otro prisionero afgano, Inayatullah, que tenía 37 años de
edad, “murió de suicidio aparente,” a las primeras horas de la mañana del 18 de
Mayo.
En un comunicado de prensa de un Comando del Sur de los EEUU se explicó, “Al
realizar un chequeo rutinario los guardianes encontraron a un detenido que no
respondía y que no respiraba. Los guardias inmediatamente iniciaron la RCP
(reanimación cardiopulmonar) y también llamaron a los médicos. Después de tratar
por todos los medios de salvarle la vida, el prisionero fue declarado muerto por
un doctor.“
Más tarde, un portavoz de Guantánamo, el Teniente Coronel Tanya Bradsher, dijo
que Inayatullah fue descubierto “colgado de su cuello con lo que parecía ser
ropa de cama” en uno de los patios de recreación – un escenario que seguramente
alza preguntas de cómo en una prisión donde los prisioneros están constantemente
vigilados, se permitió que un prisionero pasara tanto tiempo, suficiente para
matarse, sin supervisión en el patio de recreación.
A diferencia de la mayoría de los 171 prisioneros de Guantánamo, Inayatullah
no había pasado casi diez años de su vida en prisión. Fue el penúltimo detenido
en llegar a Guantánamo, traído de Afganistán en septiembre de 2007, pero no se
tuvo más información sobre él desde que el Pentágono
hizo un comunicado de prensa anunciando su llegada.
No se sabe si fue sometido alguna vez al Tribunal de Revisión de la Condición
de Combatiente – el proceso de revisión usado por el presidente Bush para
evaluar si los prisioneros habían sido correctamente designados, en su captura,
como “combatientes enemigos” que podrían mantenerse en custodia indefinidamente
– pero era evidente que, en el reciente
comunicado de WikiLeaks de los documentos secretos
militares relacionados con los prisioneros de Guantánamo, el de Inayatullah
era uno de los 14 archivos desaparecidos que inicialmente se dieron a WikiLeaks,
sugiriendo que él no había estado, de hecho, sometido a ningún tipo de proceso
reivindicando la legitimidad de su presencia en Guantánamo.
Describiendo a Inayatullah después de su muerte, el ejército de los Estados
Unidos recicló información de su inicial comunicado de prensa anunciando su
llegada a la prisión hace tres años y ocho meses, reclamando que él era “un
planificador reconocido de las operaciones terroristas de Al-Qaeda, y atestiguó
que facilitó el movimiento de guerrilleros extranjeros, contribuyendo
significantemente al terrorismo transnacional a través de varias fronteras.”
También se afirmó que “se había juntado con operativos locales, diseñando rutas
de viaje y coordinando documentación, vivienda y vehículos para contrabando de
beligerantes de Al-Qaeda a través de Afganistán, Irán, Pakistán e Irak.”
Notablemente, por otro lado, lo que faltaba era otra declaración, de un
comunicado de prensa militar del 2007, donde había “admitido que él era el Emir
de Al-Qaeda de Zahedan, Irán,” y que fue transferido a Guantánamo “debido a la
continua amenaza que representaba y a su alta jerarquía en Al-Qaeda.”
Esto fue quizás porque la hipérbola se había perforado. De los
seis prisioneros que llegaron a Guantánamo entre Marzo 2007 y Marzo 2008,
solo dos – aquellos con archivos desaparecidos de los documentos disponibles en
Wikileaks – son vistos como “detenidos de alto valor.”
Estos dos son Nashwan Abd Al-Razzaq Abd Al-Baqi, más conocido como Abd Al-Hadi
Al-Iraqi, y Muhammad
Rahim, afgano, que se unieron a los
14 “detenidos de alto valor” que se mandaron a Guantánamo desde prisiones
secretas de la CIA en septiembre 2006, incluyendo a Khalid Sheikh Mohammed, el supuesto cerebro de los ataques del
9/11, como los únicos “detenidos de alto valor” en Guantánamo, por un total de
16 de los restantes 171 prisioneros.
Es demasiado tarde para que Inayatullah o Awal Gul reciban nada parecido a justicia, como lo es para las
otras seis personas que han muerto en Guantánamo en los últimos cinco años – los tres dudosos suicidios en junio
2006, los
cuatro supuestos suicidios en mayo 2007, la muerte por
cáncer de un desconocido héroe afgano en diciembre 2007, y el
quinto presunto suicidio en junio 2009 .
Más deprimente, es la improbabilidad de que la verdad evidente sobre el
Guantánamo de Obama – que la única salida es la muerte - hará cambiar la opinión
pública tanto aquí como en el extranjero. A pesar de que el presidente no es
completamente culpable por su fallo en cerrar la cárcel, ya que se ha enfrentado a republicanos de la oposición
sin escrúpulos de una manera colosal, y también por la cobardía de su
partido, no se puede aceptar que su previa promesa se ha quedado paralizada.
Mi esperanza es que eventualmente habrá una movilización internacional con
críticas de alto nivel sobre Guantánamo, como pasó con el presidente Bush,
cuando líderes y figuras internacionales se dieron cuenta de que Guantánamo se
había convertido una vez más en un lugar para detener arbitrariamente, y por
otro lado, para permanecer abierto para siempre sin un esfuerzo coordinado para
cerrarlo.
Hasta que eso pase, la gente decente se preguntará quién será el próximo en
morir en Guantánamo, reflejando que, cualquiera que fueran los supuestos delitos
de Inayatullah, no fue justo, que porque el presidente Obama continuó con la
política de detenciones de su predecesor, no murió ni como un criminal condenado
sirviendo una sentencia por actividades relacionadas con el terrorismo ni como
un prisionero de guerra protegido por las Convenciones de Ginebra.
La administración Obama astutamente abandonó
el uso del calificativo de “enemigo de combate” en el trato legal de los
prisioneros, pero eso es esencialmente lo que son, y si la muerte de Inayatullah
se pudiera describir con palabras, él podría, con justicia, describirse así:
Inayatullah – combatiente enemigo: detenido y muerto sin haber sido
acusado o juzgado por la imperecedera vergüenza Americana.
Andy Worthington es el autor de Los Documentos
de Guantánamo: La Historia de los 774 Detenidos en la Prisión Ilegal de
América. Este artículo se publicó en
este sitio el 21 Mayo, 2011.
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